Autora: Cristina Rosana Bertone
Cristina Rosana Bertone, nace un 25 de noviembre de … (no importa) en la ciudad de San Nicolás de los Arroyos, Buenos Aires (Argentina). En 1980 llega a Villa Carlos Paz junto a su familia, lugar donde reside hasta la actualidad.
En el 2013 comienza a cursar el Taller Literario de Escritura Creativa a cargo de la Lic. Silvia Garrigó dictado en el Salón Rizzuto de nuestra ciudad. A medida que transcurre el tiempo, nota que sus escritos se inclinan hacia el humor.
Por el relato NI LA SOMBRA DE GREY fue galardonada en el 2016, con el Primer Premio del Concurso Internacional de Relatos Humorísticos Alberto Cognigni, entre más de trescientos participantes.
Este premio la incentivó a realizar una novela de humor.
“EL AUTO, LA VIEJA Y EL ESPEJO”, fue elegida ganadora del Fondo Editorial de Villa Carlos Paz 2021. La novela tiene como protagonista principal a la Licenciada Mimí Nervo, quién naciera en el relato “Ni la sombra de Grey”.
Entusiasmada y estimulada con estos reconocimientos, se encuentra escribiendo la segunda parte de este libro.
Fragmento del Capítulo 9
El auto, la vieja y el espejo
[…]
—No sé Marita, siento que está todo mal, las cosas no se concretan. Roberto me ignora, la vieja primero en cana, después desapareció y ahora casada con un brasileño.
Mi estilista se las tomó, se me quebró una uña, Olivio volvió con el novio y pasa más tiempo con él que conmigo, también las heridas en mi rostro, mi hermoso, querido y carísimo auto en el fondo del lago y encima, me están presionando los del canal.
—¡¿Cómo no me llamaste para decirme que apareció la Vieja?! Había conseguido el número de un detective de allá. Llamas para contar las malas, pero no las buenas Mimí.
—Ves como sos Marita, te estoy contando ahora, me estoy abriendo a vos y me salís con boludeces.
—Mirá Mimí, una mala racha la puede tener cualquiera.
—Es que yo… yo no soy cualquiera Marita, ¿entendés?
—¡Claro que te entiendo boluda! Hace casi treinta años que lo hago.
—¿Sabes qué pienso? Debería ir a alguna de esas señoras, esas que tiran las cartas, curan el empacho, sacan la mala onda, a Doña María, esa la del barrio, ¿te acordás?
—¡Doña María no vive más! —me dijo Marita.
—¿Y a quién carajo entonces le pido ayuda? Mi situación es terrible. ¡Yo me siento horrible!
—Llama a Madame Rubí, dicen que es una genia.
—¿A quién decís que llame?
—¡Madame Rubí! sería como… una bruja actual.
—¿Sí, te parece? Y… ¿Si me reconocen?
—No sé, da un nombre falso, disfrázate como sabes hacer a veces.
—Okey, estoy desesperada, pasame la dirección y voy esta misma tarde.
—Noooooooo, tenés que pedir un turno por teléfono, buscalo en su página web, o escuchá su programa de radio, también pasan el número.
Todo lo que ofrecía en su página era extraordinario. ¿Se fue tu pareja? Te la devuelve en cuarenta y ocho horas, bañado y a domicilio.
¿Te va mal en los negocios? ¿Te envidia la vecina? ¿No podés vender tu auto? ¿Todo te sale mal?, ¿La tintura no te toma o se te encarnan los pelitos? ¡Ella soluciona todo!
Sin perder más tiempo marqué el número de teléfono y una voz muy interesante del otro lado dijo:
—¡Buenos días!
—Hola buenos días, disculp… —y me detuve al darme cuenta que era la voz de un conmutador.
—Se ha comunicado con el “Templo de Luz de Madame Rubí”. Si usted necesita un turno por consulta marque el número uno, si desea enviar un fax, marque dos.
Rápidamente marqué el número uno y continuó la voz.
—Usted ha marcado el número uno por consulta, si es correcto marque uno si no marque dos.
Nuevamente marque el número uno.
—Si quiere consultar por su futuro marque uno, por asuntos de amor dos, por negocios marque tres, para venta de algún inmueble marque cuatro, si es por trabajo el cinco, si quiere sacar del medio a su suegra marque triple seis, para que le tome bien la tintura marque…
—Esta mina es una grosa. ¡Debería marcar todo junto!
—Si quiere que su hijo apruebe un examen marque catorce, si una entidad habita su casa marque quince —seguía la contestadora.
—Sí, a mi casa la habita la desesperación, la histeria, la incertidumbre, ¡el quilombo! Que lo parió esto no para más, ya pasaron un montón de minutos y sigo sin hablar.
—Para comunicarse con familiares fallecidos marque el cuarenta y ocho, sino aguarde y será atendido por alguna de nuestras operadoras. —Y una música celestial comenzó a sonar.
—¡Al fin, y que bien organizados están!
—Buenos días, habla Cecilia. ¿En qué puedo ayudarle?
—Buen día señorita Cecilia… ¿Cecilia?, ¿en serio, sos vos?
—Sí, ¡soy Cecilia! ¿Quién habla?
—Yo, Mimí.
—¿Usted me está siguiendo? Soy una mujer casada, y me gustan los hombres, sabe…
—Callate tonta, es pura casualidad ¿Trabajas ahí también?
—No, acá vengo por hobby.
—¿En serio?
—¡No Mimí, la estoy jodiendo! Yo no tengo tiempo para hobbies.
—Bueno, mira Cecilia sin tiempo para hobbies, ya escuché todas las opciones, pero la verdad no había ninguna de las que necesito, o mejor dicho necesito todas, pero no podía marcar tantos números, en fin, quiero una consulta urgente con Madame Rubí para hoy si pu…
—¿Es su primera vez?
—Si, obvio ¿hablamos de la consulta… no?
—Por supuesto Mimí, ¿qué se le pasó por la cabeza? Le voy a hacer unas preguntas para nuestra base de datos.
—De que datos me hablas nena, mientras menos sepan de mí, mejor. —Si se enterara la gente que me conoce ¡estoy chau! Fue entonces que escuche un fuerte golpe que me hizo doler el oído, luego … unos segundos de silencio.
—Nombre completo por favor.
—¡Cecilia soy yo, Mimí! ¿Me estás jodiendo otra vez?
—Disculpe señora, ocurrió un pequeño percance, cambiamos de operadora porque la anterior acaba de caerse y se durmió en el piso. Mimí su nombre dijo: ¿apellido?
—No me preguntes más. ¿Okey? Sin apellido… ¿En serio Cecilia se durmió? — había quedado consternada.
—¿Profesión? —continuó sin importarle mi pregunta.
—¿Y qué carajo les importa eso?
—N-o-c-o-n-t-e-s-t-a. ¿Es propietaria de algún inmueble?
—Sí, pero… ¿Qué tiene que ver y qué te importa, nena?
—Tiene turno para el martes 18 a las 14 horas. Junte y traiga la primera orina de la mañana y…
—¡Disculpe señorita! —interrumpí— Eso es dentro de casi un mes, ¿y qué le junte que cosa?
—La primera orina de la mañana. ¿Va a abonar en efectivo, tarjeta de crédito o débito? —hablaba a una velocidad que no me daba tiempo de pensar lo que me decía.
—¿Qué? Eeeeeh… ¿Qué?! ¡No! Escúcheme señorita, no quiero un turno tan lejos, necesito un turno para ayer. A ver si me entendió ¡PARA AYER! ¿Y de cuánto estaríamos hablando?
—Bien, para obtener un turno inmediato deberá pasar por urgencias para que la evalúen. Dicha consulta tiene un valor de trescientos. De hacerlo con turno por consultorio directamente con Madame, hablamos de quinientos la consulta. Se suman trescientos si quiere que le tire el Tarot. De encontrar Madame, algún tipo de magia negra u otro asunto de suma gravedad, para curarla el precio varía de cinco a diez mil.
—¿Pesos? ¡Está loca! —grité ya sacada.
—No señora, ¡dólares!
—Esto es una broma ¿no?
—¿Va a tomar el turno o no?
—Pero vos te crees que soy bolu… ¿Hola? ¡Holaaaa!
La muy yegua había colgado. Enojada, desesperada y desilusionada al no encontrar una salida me dirigí a Internet. Nunca imaginé la tecnología a la cual habían llegado las brujas de hoy. Entré en una página, donde una escoba virtual señalaba en tu ciudad las direcciones de las brujas más cercanas y disponibles. Seguí buscando e investigando y así supe que se creó como una obra social, la B.U.A. (Brujos Unidos Argentinos), donde vos pagas por mes y te cubre dos tiradas de cartas, una limpieza del hogar o negocio y una descarga energética. Como regalo de suscripción, sahumerios cargados para que prendas cada vez que te visita tu suegra, importantísimo también, ofrecían descuento por grupo familiar. Lo malo es, que no te cubre los descartables; o sea las velas, aceites e inciensos corren por parte del afiliado.
Entré a otra página que decía “Llamame y te digo todo”, marqué el número y una voz sensual de una señorita muy agitada, comenzó a decirme cosas. No precisamente las que quería escuchar.
De todos los números que llamé, nadie me daba un turno inmediato.
Hoy me afilié al B.U.A., conseguí un turno para dentro de tres días. Ya me entregaron los sahumerios, menos mal, por si aparece Estelita.
¡Cómo te extraño Doña María!