Autores: Gustavo Tomás Díaz – Carina Parisi – María Belén Avila
Gustavo Tomás Díaz, desarrolla su actividad como médico de familia, diabetólogo y geriatra en Villa Carlos Paz desde el año 1990.
Es Doctor en Medicina y Cirugía, Magister en Gerontología, Docente de la Facultad de Ciencias Médicas e investigador del Instituto de Biología Celular de la Universidad Nacional de Córdoba. Especialista en Medicina Familiar, en Geriatría y Experto en Diabetes por el Consejo Médico de la provincia de Córdoba. Está a Cargo del Comité de Gerontología de la Sociedad Argentina de Diabetes (SAD) y del Área del Adulto Mayor de la Federación Argentina de Diabetes. Es director del Curso Manejo del Adulto Mayor con diabetes de la SAD. Y participa de la organización de eventos comunitarios con la Municipalidad de Villa Carlos Paz.
Prólogo del Dr. Gabriel Lijteroff*
La expectativa de vida en el 1900 era de 44 años y en tan solo un siglo pudo casi duplicarse. Podemos, reconocer múltiples factores que tuvieron mucho que ver en ampliar los horizontes de sobrevida, respecto a lo que suponíamos limitaba nuestra ancestral genética.
Logramos vivir más años. Esto vino acompañado de nuevos desafíos.
Un estudio de naciones unidas (United Nations Haver Analytics DB Global research), pudo objetivar la inédita situación que desde el año 2018 hay mas gente mayor de 65 años que menores de 5 años. La humanidad está envejeciendo.
La lectura del libro, aportan mas datos que refuerzan este hallazgo Nos preguntamos si la medicina está prolongando la vida, a expensas de prolongar la juventud o la vejez. La epidemiología objetiva que vivimos más y que mejora la calidad de vida al cumplir ciertas pautas que la evidencia nos muestra. Los límites entre juventud y vejez experimentan puntos de corte cambiantes. La funcionalidad y la autonomía priman por sobre la edad cronológica.
Todo fue cambiando sin prisa, pero sin pausa el último siglo como nunca antes.
El método, y consecuentemente el pensamiento científico, nos permitió alejarnos cada día mas de la visión mágica de la proto-medicina que lo precedió, que habilitaba a considerar cualquier terapéutica como válida, sin más argumento que la anécdota, la superstición o la costumbre.
El método científico-formidablemente explicado en este libro -permitió avances médicos vertiginosos. La cotidianeidad, nos distrae de su valoración.
Imaginemos un mundo sin vacunas, antibióticos ni antisepsia, con una mortalidad materno-infantil espantosa, contaminado de residuos corporales en aglomeraciones humanas por ausencia de planificación urbana; tifus, tuberculosis, infaltables compañías en el hacinamiento y la desnutrición. El suicidio, una opción razonable ante el diagnóstico oncológico, en la inexorable perspectiva de sufrimiento y deterioro (Nuestros referentes literarios rioplatenses Alfonsina Storni y Horacio Quiroga eligieron en su tiempo esa opción). Un mundo sin anestesia, que de hecho tampoco teníamos hace apenas cuatro o cinco generaciones.
Tiene sentido entonces, que la gerontología apenas comienza a desarrollarse desde mediados del siglo XX.
La diabetes, patología que nos ocupa en este libro, tampoco escapa a esta situación. La enfermedad fue identificada en los papiros de Ebert hace 3,500 años. Las descripciones del angustiante padecimiento previo a la muerte, era lo único que se podía hacer en lo que hoy conocemos como diabetes tipo 1, en donde el promedio de sobrevida tras el diagnóstico, promediaba los seis meses.
Las dietas anorexígenas eran las únicas e inútiles estrategias, que tan solo prolongaban un poco la agonía.
Todo cambió desde hace apenas poco más de un siglo en donde Banting y Best, lograron transformar la diabetes tipo 1 de una enfermedad aguda y mortal, en una crónica y controlable, gracias a la insulina, el primer tratamiento farmacológico efectivo que hubo en diabetes.
Aún así, tuvieron que pasar algo más de 70 años, para que el uso del método científico (en especial los estudios DCCT en diabetes tipo 1 y UKPDS en diabetes tipo 2) permitiera establecer a partir de que valor de glucemia aparecían complicaciones, lo que definió el punto de corte de diagnóstico, previamente fijado en forma arbitraria y por consenso a partir de 140 mg% y las metas metabólicas. Hasta entonces, tuvimos sub-diagnóstico y la errónea percepción que las complicaciones crónicas eran inevitables y le tocaba al especialista solo acompañar al paciente en las mismas.
La medicina basada en la evidencia también, permitió controlar otros factores de riesgo.
El estandarizar las metas de presión arterial logró reducir a la mitad en accidente cerebro-vascular. La asociación de la ingesta de sal con la hipertensión hubo que demostrarla también. De igual modo la importancia del rol de los lípidos, las metas a alcanzar y las estrategias higiénico-dietéticas y farmacológicas para esos objetivos.
Pero si de factores de riesgo hablamos, el sedentarismo aparece como emergente de la vida urbana. Como especie, siempre debimos movernos para vivir. El sobrepeso y la obesidad, que la ciencia pudo objetivar como deletéreos para la salud, desde los albores de la humanidad hasta hace pocas décadas, eran signos de salud y prosperidad. El alimento siempre fue escaso. El desafío para la salud pública que en el siglo XX fue la desnutrición, según la OMS, en el XXI lo ocupan la obesidad y el sobrepeso con el 52% de la población en esta condición. La omnipresencia de alimentos ultra-procesados y las grasas baratas, cambiaron la ecuación.
En diabetes, la edad importa. La prevalencia de alteración de tolerancia a la glucosa, se incrementa con la edad, según se informa en el Atlas de Federación Internacional de Diabetes en su octava edición desde cerca del 3% en el rango etario de los 20 a 24 años, que trepa hasta cerca del 16% a predominio en varones de 75 a 79 años.Pero de esta misma fuente, la prevalencia de diabetes en la Región de América del Sur y Central se eleva en forma creciente de cerca del 1% en población de ambos sexos de 20 a 29 años de edad, a 18 % en varones y 20% mujeres en la población de 70 a 79 años.
La diabetes, constituye un desafío adicional en el abordaje del adulto mayor, por su prevalencia y complejidad. La flexibilidad terapéutica, la ayuda psicológica y hasta la contención legal, convergen en el cuidado.
De lo expuesto, reconocemos la enorme relevancia del presente libro que nos propone el Dr. Gustavo Díaz. El autor, conjuga su experticia como investigador básico y docente universitario, con su práctica clínica y su militante compromiso comunitario. Es coordinador del área del adulto mayor del comité científico de Federación Argentina de Diabetes y le cupo idéntica responsabilidad dentro de la Sociedad Argentina de Diabetes, SAD. Es además un activo practicante y docente de artes marciales, que emplea como herramienta terapéutica en el grupo etario que aborda este libro.
Se le suman coautores, de vasta experiencia, que abordan en forma interdisciplinaria y transdiciplinaria, el singular desafío en el tratamiento integral del adulto mayor con diabetes.
La presente obra, sin dudas constituye una fuente confiable y amplia para aquellos que deseen consultar sobre este tema de tan presente y creciente actualidad.
* Director del comité científico de FAD
Miembro del comité ejecutivo de
Federación Internacional de diabetes Región SACA